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En esta navidad, “Rezo para que la pases bien lejos de mi.” Por Martín Porcel.



Comienza el calor y se calientan las relaciones de familia. Llegan las fiestas y las vacaciones. Para los abogados de familia comienza una época de peculiar trabajo. En este tiempo recibimos consultas de último momento de papás que se quieren ir de vacaciones y mamás que no autorizan la salida del país. Mamás que eligen la primera semana de enero y papás que coincidentemente también. Noche buena sí, pero me lo traes temprano el 25, etc., etc.


En el increíble mundo de las relaciones de familia conflictivas, es fascinante ver como las ex parejas defienden a muerte el legítimo derecho a vivir como el traste.


La mayoría de estos problemas están relacionados con una problemática mucho más profunda, que nada tiene que ver con las vacaciones o con quién o dónde se pasan las fiestas, sino con una necesidad de tener razón, sin importar mucho que es lo mejor para los hijos, aunque casi siempre es lo primero que se esgrime como motivo para el conflicto.


En mis años como abogado de familia he sido testigo de conflictos increíbles relacionados con las fiestas de fin de año y las vacaciones. Un buen acuerdo, en las separaciones conflictivas donde hay niños, debe incluir estos temas de una forma detallada que les sirva a los padres como hoja de ruta y código ritual para evitar el conflicto.


Primero lo primero. Pensemos que estamos hablando de nuestros hijos y buscando lo mejor para ellos. No lo mejor para los padres, ni lo que a veces se busca, lo peor para el ex.


Por supuesto que a medida que los hijos crecen, la cosa se simplifica. Bueno, a veces se simplifica.


Un buen acuerdo debe ser preciso, claro y tener mecanismos que permita una comunicación efectiva entre las partes. Veamos.


Fiestas de fin de año. Hay dos modalidades típicas, la primera, noche buena y navidad, con el padre, y noche vieja (31 de diciembre) y año nuevo con la madre, alternando al año siguiente.


La segunda modalidad es noche buena con el padre y navidad con la madre; noche vieja con el padre, año nuevo con la madre, alternando al año siguiente.


En mi experiencia la primera modalidad es la que menos complicaciones trae: les permite a los hijos quedarse hasta tarde el 24 y dormir más el 25, y lo mismo pasa a fin de año; es sumamente práctico cuando alguien lo pasa fuera del lugar de residencia habitual, quien por ejemplo se va a la costa o una quinta en las afueras; y evita los riesgos de estar llevando y trayendo hijos en días festivos donde el alcohol al volante es un serio problema.


Tiene dos puntos en contra. El primero es que es prácticamente imposible comunicarse por teléfono el 24 a las 12, y aun largamente pasadas las 12, lo que hace que para el otro padre le sea imposible saludar a su hijo en ese momento. Y tal vez el más difícil de sobrellevar, sea el arbolito con regalos para un niño que no está. Claro, se los darán el 26, pero ese momento del arbolito, es triste.


La segunda modalidad, nochebuena con uno y navidad con el otro, debe ser muy bien acordada. Así por ejemplo el acuerdo debe de estipular a qué hora del 24 y donde se entrega el niño. Mi recomendación es que sea temprano, si es cerca del medio día mejor. ¿Por qué? Porque el transporte público es complicado el 24 a la noche, y si quien lo lleva tiene auto, dejar al niño cerca del horario de inicio de la festividad, implica una complicación adicional y corridas de último minuto para quien lleva a cabo un celebración en su propia casa, además hay algunas áreas conflictivas que muchas veces conviene evitar. Por ejemplo, quien deja a su hijo en la casa de su ex próximo al comienzo de la festividad, se va a encontrar con su ex suegros, ex cuñados, y muchas veces eso es fuente de conflicto o como mínimo de malas caras que conviene evitar, por los hijos.


Llevarlo temprano, también implica una simplificación de cómo va vestido el niño. Generalmente cuando hay un ambiente conflictivo, la vestimenta es una fuente permanente de conflicto. Me lo trajo todo sucio, con las zapatillas rotas, etc., son quejas habituales.


Cuando los padres viven lejos, y el único medio de transporte es el público, muchas veces facilita la tarea encontrarse a mitad de camino. Ahora sí, encontrarse a mitad de camino requiere una logística horaria importante. Varios son los casos donde uno tiene que esperar a otro largo rato hasta que el otro aparezca. Recomendación, que el encuentro sea en un bar, por las dudas que el otro se atrase, siempre es mejor esperar sentado que parado en la vereda. Tener bien aceitado el sistema de teléfono celular, para dar aviso mucho antes de que se esté llegando tarde, y no llamar justo en la hora en la que se tenían que encontrar, para avisar que se está llegando una hora tarde. Lo más recomendable en estos casos donde los padres viven lejos, es que uno lo lleve y que el otro lo traiga.


Cualquiera sea la modalidad elegida, recordemos que es una festividad. Que para los niños que han crecido sanos, aunque sea con padres separados, las fiestas tienen una magia especial, rodeada de momentos emocionantes y de secretos que de a poco se van develando con los años. Ayudemos a que nuestros hijos recuerden esos momentos por la magia y no porque papá y mamá se peleaban.


 
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