Miente, miente, que algo quedará…las falsas denuncias de violencia familiar.

Miente, miente, que algo quedará. La famosa y perversa frase fue usada por el ministro de propaganda nazi, Joseph Goebbels, durante la Segunda Guerra Mundial, aunque desprovista de toda ética y moral, sirvió como instrumento al régimen nazi.
El miente, miente, que algo quedará en derecho de familia, son las falsas denuncias de violencia doméstica, también desprovistas de toda ética y moral, que sirven para lograr que un juez, inaudita parte, resuelva alejar al supuesto agresor de la vivienda familiar por noventa días renovables generalmente hasta tanto haya tomado intervención el cuerpo interdisciplinario de psicólogos y asistentes sociales para determinar el verdadero grado de peligrosidad del agresor.
Esta intervención de profesionales en Provincia de Buenos Aires es eterna, y en Capital Federal puede llevar fácilmente 180 días si la cosa va bien, no se pierde el expediente, no hay paros judiciales, y por supuesto la denunciante va a las entrevistas que ordene el juzgado.
La situación se agrava aún más, cuando el impedimento de contacto se dicta afectando la relación del padre con sus hijos. Recurso mal utilizado por algunos profesionales del derecho, para obstaculizar el vínculo parental, pero muy efectivo para lograr que ese hijo este un buen tiempo sin poder ver a su padre.
Lamentablemente quien atraviesa una falsa denuncia de violencia domestica, verá que sus derechos quedan coartados, sin mucha posibilidad de recurrir ante un Tribunal Superior con un resultado favorable. O sea la medida se mantendrá argumentando el acotado marco de la ley de protección contra la violencia familiar que establece un procedimiento que dista de ser contradictorio.
Padres que atraviesan este proceso, pasan por distintos tipos de estados emocionales, desde la indignación total, y se acercan a la consulta con todo tipo de pruebas, testigos, fotos, filmaciones, que demuestran su inocencia, hasta llegar a la resignación, cuando ven después de mucho caminar los tribunales que la denunciante, por el momento se sale con la suya.
Después vendrá el momento de los planteos judiciales para la revinculación con los hijos, vendrán las terapias de coparentalidad, las idas y vueltas a Tribunales con nuevos incidentes denunciados y apelaciones.
Pero ya será tarde en la psiquis del niño que se vio alejado de su progenitor, violentado en su relación. Entonces finalmente, el juez que falló en primera instancia, y la Cámara que lo hizo en segunda, habrán tenido la razón: ese niño fue víctima de violencia, fue víctima de la violencia de un sistema que no funciona.